Sin duda uno de los parques nacionales más espectaculares del país, la variedad de especies vegetales y animales, unido a sus maravillosos atractivos escénicos y a su agreste geografía, lo convierten en uno de los más apetecidos por los amantes de la ecología y de los deportes aventura. Cuenta con una gran implementación que facilita y da seguridad en su recorrido.
Elevándose casi verticalmente sobre la estepa patagónica, los pilares de granito de Torres del Paine dominan el paisaje del mejor parque nacional de América del Sur. Sin embargo, este parque de 1810 kilómetros cuadrados, que forma parte del sistema de Reserva de la Biosfera de la Unesco desde 1978, es mucho más que su mayor éxito. Su diversidad de paisajes va desde lagos verde azulado y azul celeste hasta bosques esmeralda, ríos rugientes y ese gran y radiante glaciar azul. Los guanacos deambulan por la vasta estepa abierta, mientras que los cóndores andinos se elevan junto a los picos que se avecinan.
Puede caminar toda la ‘W’ durmiendo en las camas, comiendo comidas calientes, duchándose y brindando por el día con un pisco sour. Sin embargo, no está completamente domesticado. El clima puede presentar cuatro estaciones en un día, con tormentas repentinas y ráfagas de viento como un fuerte apretón de manos patagónico.
La enorme popularidad del parque ha estado afectando la infraestructura, un problema que ahora se aborda mediante un estricto sistema de reservas para los que pasan la noche.
